Cuando empezamos a trabajar en nuestra marca personal suelen surgir siempre las mismas preguntas…
“Seguro que yo necesito un logo??”, “Pero, ¿eso de la identidad visual qué es?”

¡Ante todo, tranquila! Las cosas no tienen que estar para mañana, ni todas a la vez.

Lo primero será definir tu marca por dentro, lo que yo llamo las raíces, lo invisible. Tendrás que pensar en qué productos o servicios vendes, tener claros tus valores o tu cliente ideal.
Una vez que hayas trabajado en este proceso y tengas una idea clara de cómo quieres que sea tu marca, podrás empezar a pensar en la parte visual, lo visible.
No hay un momento exacto para todo el mundo, no es el “paso 5º” del manual. Cada una necesita su propio proceso. A veces surge cuando quieres empezar a comunicar en redes, o cuando decides crear tu página web, por ejemplo.

En las marcas personales solemos firmar con nuestro nombre propio o artístico… con lo cual el tema “naming” lo tenemos resuelto. Pero no es sólo el nombre, es cómo lo representas y todo lo que lo rodea, toda la comunicación gráfica.

Y entonces llegan las dudas… ¿y ahora qué colores uso para esta presentación? ¿Pongo circulitos, o flores en Instagram? ¿Esta foto “pega”?

Si no lo tienes aún, descárgate aquí un mapa mental que te he preparado para darte pistas y ayudarte a ir definiendo tu mundo gráfico.

Diviértete pensando qué estilo te define más, o qué elementos te representan, piensa en cuáles son tus colores o los que pueden describir mejor tu propuesta.

Cuando alguien no te conoce y te descubre en internet, Pinterest o Instagram va a hacerse una opinión sobre ti basándose en lo que ve. No es lo único, por supuesto, pero como en todo lo demás, es importante la coherencia y la unidad.
Tu identidad visual sirve para que te identifiquen, para que te reconozcan la próxima vez que te vean.
Además, servirá para que te diferencies de otras marcas de tu nicho o sector. Y también para que tu audiencia, tus futuros clientes empaticen contigo.

¡Empieza por dentro y que se vea por fuera!